Es un síntoma de
normalidad democrática la existencia de numerosas opciones políticas que permitan
a los ciudadanos poder elegir aquella que mejor representa sus propias convicciones
y de madurez que los ciudadanos actúen de acuerdo a ellas.
Asombra verdaderamente observar
cómo, ante un proceso de toma de decisiones, todo aquello que es fundamental en asuntos que
nos afectan personalmente, deja de serlo cuando se trata de elegir a nuestros
representantes políticos. Nos olvidamos
de promesas incumplidas, de abandono de principios, de la apatía en la toma de
decisiones.
Debemos
ser capaces de discernir la sinceridad de las propuestas y para ello es importante
conocer los valores sobre los que se asientan. Es básico conocer si una propuesta es
resultado natural de las convicciones y posiciones ideológicas de un partido, o
por el contrario es la consecuencia de movimientos advenedizos de quién no
tiene firmes valores que lo sustenten.
La pregunta es la
siguiente: ¿Cuáles serían las
convicciones sobre las que asentar unas propuestas en materia fiscal? Podemos
destacar las siguientes:
1.- Reducir o eliminar impuestos para aumentar la renta disponible de
los ciudadanos y de las empresas. En una economía dinámica el empleo los crea el sector privado.
Por ello es básico considerar una reducción de la carga fiscal de las empresas,
el fomento de la innovación empresarial y el impulso a medidas que supongan
incremento de la plantilla.
2.- Protección de la familia. El apoyo a las familias debe articularse
en medidas que reduzcan su carga fiscal, especialmente para familias numerosas,
y favorezcan la conciliación de la vida personal y profesional. Aumentar los
mínimos exentos por descendientes y ascendientes a cargo de la unidad familiar
y aplicar tipos de IVA súper reducidos a ciertos artículos (como los pañales).
3.- Los impuestos deben
tener un marcado carácter social en la defensa
de los colectivos más desfavorecidos. Mediante la reducción de tipos
impositivos y elevación del mínimo personal exento, favoreciendo a quienes
menores ingresos perciben.
4.- Responsabilidad en la gestión de los fondos recaudados por los
impuestos. Los fondos recaudados deben utilizarse para cubrir las
necesidades de los ciudadanos y no para mantener estructuras burocráticas
ineficientes ni para mantener la influencia política a través de otorgar
generosas subvenciones a entidades que deberían mantenerse por sí mismas.
5.- Las leyes y normas fiscales deben ser:
-
Sencillas. Debemos perseguir
liquidaciones de impuestos sencillas que no ocupen más de dos folios.
- Homogéneas en todo el territorio
nacional. No tiene cabida en un país de ciudadanos iguales el mantenimiento de
normativas forales ni la disparidad en la fijación de tributos propios por las
Comunidades Autónomas.
-
Aplicables en todos los casos de la
misma forma, no sujeta a interpretaciones, o albedríos.
-
Confiables. No es de recibo que
normas que se introdujeron con carácter excepcional se conviertan en definitivas
ni que se aprueben normas con carácter retroactivo.
- Previsibles evitando modificaciones
inesperadas con impacto en las decisiones de ciudadanos y empresas.
6.- Evitar la doble tributación. No es de recibo la existencia de
tributos como el Impuesto sobre Sucesiones que grave rendimientos que ya han
contribuido a las arcas públicas.
7.- Atención con quienes han contribuido durante su vida laboral al
sostenimiento del Estado. Es de ley
reconocer la importancia que han tenido las personas jubiladas en el
sostenimiento de familias azotadas por el paro, permitiéndolas disponer de la
totalidad de la pensión recibida. Las
pensiones deben de estar exentas de tributar en el IRPF.
8.- Fomentar la creación de empleo en
el país. Si pensamos que quienes verdaderamente crean empleo son las
empresas privadas, fomentemos también la contratación apoyando fiscalmente a
empresas que aumentan su plantilla de trabajadores en el país.
Son las bases sobre las
que asentar toda propuesta de búsqueda de
un sistema fiscal justo, que proteja a familias y colectivos desfavorecidos,
fomente la creación de empleo y la generación de riqueza.
Esta es mi opinión
Pablo Sáez Alonso-Muñumer
Vicesecretario del Consejo
Político de VOX
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