En Política, como en otros
ámbitos, la sinceridad en nuestras
acciones está directamente relacionada con la fortaleza de nuestras
convicciones. Curiosamente en el panorama político actual la defensa de
valores y principios se considera actitudes del pasado mientras que la búsqueda
de un centrismo tecnócrata y progresista sirve de guía de actuación de partidos
que dicen representar a aquella parte de la sociedad española que no se
identifica ni con los postulados de la izquierda y mucho menos con los del
totalitarismo igualitario populista.
En nuestra vida, todos tendemos
a alejarnos de quienes no actúan con sinceridad y tan solo buscan su propio
interés. En Política no debe ser diferente y ello debe suponer un acicate
importante para perseverar en el compromiso
con opciones políticas que hacen de la defensa de los valores su principal
motivo de existencia.
Son
los valores y convicciones los que fundamentan las propuestas políticas.
La pregunta es la
siguiente: ¿Cuáles serían las
convicciones sobre las que asentar unas propuestas económicas? Podemos destacar
las siguientes:
1.- Las economías que
crecen en un mercado libre son las
que generan más riqueza y bienestar
al conjunto de la sociedad.
2.- Para que un mercado sea libre, debe existir una regulación mercantil
que sea:
-
Sencilla
-
Conocida, previsible - que ofrezca seguridad jurídica
-
Homogénea en todo el territorio que abarca el mercado
-
Aplicada en todos los casos de la misma forma, no sujeta a interpretaciones, o
albedríos
3.- La iniciativa
económica la debe llevar el sector
privado. El empleo, en un economía libre, eficiente y dinámica, lo crea el sector privado. Hablamos de tomar medidas que devuelvan el dinero y la
iniciativa a los que mejor han gestionado la crisis, a los que generan
valor y crecimiento: a las familias y a las
empresas.
4.- La función del sector público es crear las condiciones adecuadas para
que el sector privado se desarrolle de forma libre, vigilar que la
regulación existente se respete, e intervenir sólo donde sea verdaderamente
necesario y mientras no llegue el sector privado por sí solo. Las
intervenciones del Estado deben ser vigiladas en todo momento para evitar su
natural tentación de crecer y ocupar parcelas que no le pertenecen.
5.- El sector público debe ser lo más pequeño y eficiente posible;
el sistema fiscal debe promover un nivel de recaudación suficiente para
sostener un sistema público eficiente y redistribuir rentas de manera justa,
sin llegar a ser nunca desincentivador de la actividad económica.
6.- El Estado del
bienestar es un logro irrenunciable que se percibe incluso como un conjunto de
derechos. Ahora bien, debemos redefinir el ámbito de actuación del Estado del
bienestar, precisamente para garantizar su pervivencia. El mejor Estado del bienestar no es el que más prestaciones reparte,
sino el que con más responsabilidad las concede, y a la vez, genera más
condiciones para que menos personas las necesiten.
7.- Debemos trabajar para fomentar el espíritu emprendedor, en
mejorar la imagen del empresario, en celebrar el éxito ajeno por sus favorables
consecuencias para la sociedad, en presentar modelos de éxito empresarial, y en
reducir la dependencia del Estado de individuos que no lo necesitan.
8.- Pensar en la formación y cualificación de los trabajadores. El
Estado ha de favorecer una formación de calidad y práctica que permita
adaptarse a los cambios del entorno económico y las nuevas necesidades
derivadas de las nuevas tecnologías. Se debe facilitar la puesta en marcha de políticas activas de empleo, medidas de
retención de talento y poner las bases para fomentar la investigación y la innovación.
9.- Un Estado responsable debe ser consciente de la situación del país.
Las decisiones en materias tales como prestaciones sociales, empleo o inmigración
deben ser tomadas pensando prioritariamente en los ciudadanos del país.
En escenarios de escasez de recursos hay que priorizar. Es infantil pensar que los recursos son ilimitados y que podemos
acometer todas las acciones que nos gustaría.
10.- Legislar pensando en sus ciudadanos, su presente y su futuro. Esta
idea deberá ser premisa básica a la hora de acometer los retos que plantea el
entorno económico y los acuerdos y compromisos del nuestro país.
Sobre estas convicciones
debemos basar nuestras propuestas. Unas
propuestas que buscan un Estado eficiente, donde los recursos públicos se
dediquen a atender a quienes verdaderamente lo necesitan y donde la búsqueda del
bienestar presente y futuro de los ciudadanos debe ser su principal objetivo.
Esta es mi opinión
Pablo Sáez Alonso-Muñumer
Vicesecretario del Consejo
Político de VOX
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