En frecuente oír en tertulias políticas
hablar de proporcionalidad y prudencia como las palabras clave para afrontar el
problema que ha supuesto para la unidad de España el desafío de un Parlamento
de Cataluña secuestrado por los independentistas. Palabras que en realidad
esconden la cobardía de un gobierno
que, incluso cuando tuvo una mayoría absoluta y un enorme poder en comunidades
y ayuntamientos, nunca ha sido capaz de
ejercer sus funciones ni actuar con la responsabilidad de quien tiene un proyecto
político para nuestra nación.
Se habla de lo que puede pasar el 2 de
octubre y se da por inevitable que habrá que afrontar en el corto plazo una
reforma constitucional. Curiosamente se quiere acometer una reforma
constitucional sabiendo, en base a la experiencia de estos últimos 40 años, que
nunca será suficiente para los independentistas quienes no esconden su objetivo
de alcanzar la independencia. Ni
respetan la Constitución existente ni respetarán cualquiera otra que no se
amolde a sus fines.
Es triste constatar que tenemos unos gobernantes ciegos ante el resultado
de una estrategia de continua cesión ante los separatistas y de retroceso
de la presencia del Estado en Cataluña. Unos gobernantes con un mínimo sentido
de estado se darían cuanta que, llegados hasta el punto donde nos encontramos, cualquier solución al problema catalán
requiere a corto plazo firmeza y a medio y largo plazo un cambio profundo en la
organización del Estado que conlleve un nuevo reparto competencial entre
administraciones. No es posible resolver que el sentimiento de egoísmo y
enfrentamiento que los nacionalistas han inculcado en la sociedad catalana
durante más de 40 años, se pueda resolver ni en un día ni en una legislatura.
“Cualquier solución al problema
catalán requiere a corto plazo firmeza y a medio y largo plazo un cambio profundo en la organización del Estado que
conlleve un nuevo reparto competencial”
Es urgente cambiar el paso. No podemos
seguir alimentando sentimientos disgregadores. Debemos tomar medidas de sentido
común que supongan una clara recentralización de competencias para reforzar la
administración central y a la vez potenciar la eficiencia de las
administraciones en la prestación de los servicios públicos. Debemos poner en
marcha entre otras las siguientes medidas:
- En Educación mediante la necesaria recuperación de las
competencias por parte del Estado Central. Si queremos que se recupere los valores
de la unidad de España y de solidaridad entre sus regiones, debemos comenzar
por enseñarlos en los colegios. Debemos defender con hechos que los padres
puedan escolarizar a sus hijos en
español, rechazar que existan tantos libros de texto diferentes como
comunidades autónomas, potenciar materias comunes y la historia de España. La
falta de presencia del Estado ha provocado que los ciudadanos terminen
asimilando ideas excluyentes, distorsionadas e insolidarias.
- En seguridad interior integrando las policías
autonómicas en la Policía Nacional o Guardia Civil. Los ciudadanos deben
percibir que existe unos cuerpos y fuerzas de seguridad del estado eficaces,
profesionales, cercanas y únicas en todo el territorio nacional. No podemos
estar debatiendo sobre si los Mossos de Escuadra obedecerán al gobierno
autonómico o seguirán las órdenes del Gobierno de España.
- En Defensa mediante la participación del ejército en
labores de lucha antiterrorista. Se ha de realizar pedagogía de la
importancia, para la seguridad de los españoles, de su participación y
visibilidad en la prevención de atentados terroristas.
- En Justicia demostrando con hechos que las sentencias
judiciales se cumplen y que los políticos nacionalistas no pueden actuar al
margen de la Ley. La aceleración de los procedimientos judiciales y la simplificación
normativa serán factores que ayuden a elevar la confianza en el funcionamiento
del estado de derecho por parte de todos los españoles.
- En Sanidad y asuntos sociales garantizando que los
servicios proporcionados son idénticos en todo el territorio nacional. Para ello debemos
ser capaces de definirlos, catalogarlos, evaluarlos y explicarlos a los
españoles. Se debe luchar contra la instrumentalización de asociaciones bien
subvencionadas como correa de transmisión de ideologías contrarias a la unidad.
- En cuanto a la fiscalidad, realizando una
simplificación normativa y prohibiendo la capacidad de establecer nuevos
impuestos por las Comunidades Autónomas. Los ciudadanos deben percibir que la reducción de impuestos guarda proporcionalidad
con la rebaja del tamaño de las administraciones. Debemos evitar asimismo
colaborar en la difusión de unas mal llamadas balanzas fiscales que, viciadas
desde la base ya que quienes pagan son las personas físicas y jurídicas y no
los territorios, potencian el lenguaje de la separación.
- En Economía mediante la completa transparencia de las
cuentas públicas y un férreo control de gastos políticos innecesarios. En situaciones donde
la propaganda independentista ha fomentado el eslogan “España nos roba” hay que
hacer pedagogía sobre la necesidad y a quienes benefician los gastos políticos
destinados a crear estructuras paralelas de Estado.
- En comunicación eliminando las barreras de entrada a
la existencia de medios críticos con el independentismo y eliminando todo tipo
de financiación de medios públicos (radio y televisión) que apoyen la
secesión.
- En Cultura fomentando desde la administración las
tradiciones que nos unen, así como el conocimiento de aquellas propias de otros
lugares de España de las que nos debemos sentir orgullosos todos los españoles.
Es necesario realizar acciones que los ciudadanos perciban de una forma
habitual, dar protagonismo a quienes se manifiestan a favor de la unidad de
España, celebrar los éxitos alcanzados por los españoles con independencia de
donde residan y principalmente preocuparte por las necesidades de las personas,
especialmente de quienes quieren vivir en armonía y no en el constante
enfrentamiento. Es básico tomar medidas que potencien los lazos de pertenencia
al Estado y el orgullo de sentirse catalanes y por tanto españoles.
“Es básico tomar medidas que potencien
los lazos de pertenencia al Estado y el orgullo de sentirse catalanes y por
tanto españoles”
Imprescindible es que
los ciudadanos perciban la existencia del Estado Central pero también lo es la
cercanía de las administraciones. Por ello debemos reforzar una
centralización que permita una mejor y más eficiente utilización de los
recursos públicos y, al mismo tiempo, potenciar
el papel de las administraciones locales por su cercanía a las necesidades
de los vecinos.
Decía Otto von Bismarck que “el político piensa en la próxima elección; el
estadista, en la próxima generación”. Pensemos
en la España que queremos y luchemos para mantener su unidad.
Viva España.
Pablo Sáez Alonso-Muñumer
Vicesecretario del Consejo Político de Vox