Todos los sistemas de pensiones
son formas de ahorro que, en esencia, nos obligan a reducir nuestro consumo
durante nuestra vida laboral para consumir más a la terminación de la misma. Una
misma esencia que comparten tanto el sistema de reparto como el de capitalización,
cuya diferencia estriba en la forma de su financiación.
En el sistema de reparto, la
pensión de cada persona se financia en parte con las aportaciones de los
trabajadores en activo y el Estado, que van a un fondo común con el cual se
financian las mismas. En el sistema de capitalización, cada trabajador dispone
de una cuenta donde se depositan sus aportaciones las cuales se capitalizan a
lo largo de la vida activa del trabajador
y tras la jubilación se irá percibiendo el capital acumulado.
Cualquier valoración sobre la
sostenibilidad del sistema debe partir de un análisis de la estructura
poblacional existente y su previsible evolución durante los próximos años y
décadas. Es preocupante observar como las llamadas de atención, a la vista de
la evolución prevista de la mencionada estructura poblacional, caen en saco
roto en un acto de una irresponsabilidad política grave de quienes tienen como
obligación pensar en las próximas generaciones en lugar de las próximas
elecciones.
Es importante, como hemos
mencionado, no perder de vista los datos siguientes:
1980
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2012
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2050
|
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Población menor de 20 años
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36,0%
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20,9%
|
20,0%
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Población entre 21 y 65 años
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53,5%
|
62,6%
|
49,3%
|
Población mayor de 65 años
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10,5%
|
16,5%
|
30,7%
|
100,0%
|
100,0%
|
100,0%
|
Creo que nadie puede negar, a la
vista de los datos demográficos, que el sistema de reparto, definido como actualmente
está establecido, es absolutamente insostenible. Pensemos que en el año 2050 la
población mayor de 65 años prácticamente duplicará a la existente en 2012 y en
el ratio de persona en edad de trabajar sobre ciudadanos mayores de 65 años.
Los datos nos llevan avisando ya
desde hace tiempo, pero conviene recordar como en 2010 las cotizaciones
sociales de los trabajadores ocupados ya fueron insuficientes para pagar las
pensiones contributivas, el déficit registrado en 2014 de 13.348 millones de
euros o el continuado descenso del Fondo de Reserva de las pensiones.
Las reformas de los años 2011 y
2013 introdujeron medias que no solucionan el problema, tan solo lo aplazan
unos años. Debemos exigir, como ciudadanos, una información veraz y completa
sobre las medidas, explicaciones sobre su impacto y detalles sobre los cálculos
realizados. A este respecto, resulta curioso observar las explicaciones dadas
por el PP acerca del Índice de Revalorización y el Factor de Sostenibilidad, dos
medidas que suponen una clara reducción de las pensiones.
Debemos por tanto plantear de
forma urgente medidas que se fundamenten en la consecución de los siguientes
objetivos:
- Universalidad. Incluyendo a todos los trabajadores del territorio y limitando tratamientos diferenciados.
- Contributividad. Se deben tener en cuenta las aportaciones realizadas durante toda la vida laboral del trabajador y tratar por igual todas las aportaciones con independencia del momento y cuantía en la que se realizan.
- Flexibilidad, mediante la liberalización de la edad de jubilación y ajustando las cuantías de las pensiones en función del momento elegido para jubilarse. Debe permitir que la decisión de jubilarse sea reversible y analizar la posibilidad de compatibilización con percibir rentas salariales.
- Progresividad, con tipos de cotización bajos pero eliminando los topes.
Planteados estos objetivos y
tomadas las medidas necesarias para alcanzarlos, debemos dar un paso más y preguntarnos
por el modelo de sistema al que aspiramos. En mi opinión, un sistema mixto de
capitalización y reparto, ofrece la mejor garantía de cumplimiento de los
principios en los que se debe sustentar todo modelo. Estos principios son los
siguientes:
- Solidaridad.
- Libertad de gestión
- Propiedad de las aportaciones
La solidaridad que supone la
obligación de garantizar una pensión mínima a quienes no han podido ahorrar y
evitar de esta forma que caigan en la indigencia.
La libertad de gestión que
implica:
- Libertad para decidir dónde invertir sus aportaciones y para tratar de aprovechar las oportunidades que ofrecen los mejores sistemas de capitalización, los cuales combinan rentabilidades altas con costes de gestión bajos, diversifican geográficamente sus inversiones, permiten el rescate parcial de los fondos en determinadas circunstancias y garantizan unas cuantías mínimas para sus anualidades.
- Libertad para decidir la cuantía a aportar para su capitalización. Resultaría sorprendente comprobar el fondo que se generaría y que podríamos recuperar, si durante nuestra vida laboral aportáramos a estos fondos, una cuantía similar a la actualmente dedicada a sostener el actual sistema. Hablamos de disponer, a la fecha de jubilación, de un importante fondo y de la posibilidad de disponer de una pensión muy superior a la actual.
La propiedad de las aportaciones que
lleva consigo:
- Mantener los fondos a salvo de decisiones políticas que son tomadas de espaldas a las opiniones y, en ocasiones, necesidades de los ciudadanos. Decisiones políticas de quienes confunden la esfera pública de la privada.
- Garantizar el derecho de los familiares a heredar el fondo constituido en caso de fallecimiento. Hablamos de apostar por mejorar la vida de las familias ya que con esta medida podrán disfrutar de una vida que ahora se les antoja imposible.
Queremos en fin, construir un
sistema que apueste por la libertad del individuo permitiéndole también
retrasar su edad de jubilación y, por tanto, aprovechar su talento y
experiencia. Un uso de la libertad que le permita poner en valor su ahorro
privado voluntario para la jubilación.
Son los principios la clave para
la elaboración de propuestas y la realidad la que nos indica la posibilidad de
aplicarlos. La realidad del sistema actual nos convence de la necesidad de su
reforma y los principios nos indican el modelo que buscamos. Un modelo sostenible
en el que los ciudadanos, en el ejercicio de su libertad, puedan gestionar su
jubilación y les permita rentabilizar los fondos aportados durante su vida
laboral.
Esta es mi opinión
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