Credibilidad, término que
procede del latín “credibilis”, hace referencia a la capacidad de ser creído.
No está por tanto ligado al contenido del mensaje que se quiere transmitir,
sino a los componentes objetivos que hacen que otras personas crean en dichos
contenidos. La cualidad de ser creíble no se gana haciendo un Master ni es algo
que se puede comprar, se encuentra principalmente ligada a la capacidad de generar confianza en los demás.
Es indudable que la política, como actividad pública, requiere que tanto nuestros representantes
como los partidos políticos de los que forman parte, sean creíbles y actúen con
honorabilidad. Pero ¿Es realmente esto lo que observamos en la política
española?
Los partidos políticos deben ser creíbles y actuar
con honorabilidad
La política, los políticos y los partidos políticos son, en la última
encuesta del CIS, el tercer problema para los españoles. No es un hecho
puntual, es una constante que se repite desde hace muchos años. Es por tanto un
problema mucho más amplio que la falta de confianza en determinados políticos, es un problema de credibilidad de los
partidos políticos, pieza básica en el funcionamiento de nuestro sistema
democrático.
Es verdaderamente difícil engañar a ciudadanos informados sobre la
credibilidad de un partido político, como es el Partido Popular, tan solo con
declaraciones, olvidando tanto actuaciones pasadas como los hechos que vemos donde
gobiernan. Pongamos una serie de ejemplos:
Se plantea corregir la
excesiva intromisión del Estado en la vida pública y un Estado eficaz pero
no se quiere revisar el Estado Autonómico, eliminar duplicidades entre
administraciones ni reducir el número de cargos políticos.
Se habla de defender a la
familia y vemos como en la Comunidad de Madrid, gobernada por el PP con el
apoyo de la nada ideológica que es Ciudadanos, se acepta una moral estatal por
encima de la moral privada a través de la intromisión del estado en el ámbito
de la familia. Como comenta Alicia Rubio, “el
estado sustituye a los padres, protege a los menores de sus propios padres
asumiendo funciones que no le corresponden apoderándose de los menores, con
siempre ha sido en sueño de los regímenes totalitarios”. Mucho debe la
dictadura de la ideología de género al PP.
Se promete que se respetará la libertad de elección por parte de
los padres de la lengua vehicular
en la enseñanza de sus hijos y nos encontramos con la realidad de Galicia, gobernada
por el PP, en donde no se respeta ese derecho.
Se afirma que la defensa de la
unidad de España es objetivo primordial del partido pero ni concreta como
garantizarla ni ha demostrado una gestión eficaz para garantizar los derechos
de quienes se sienten catalanes y españoles en Cataluña. No olvidemos, hablando
de recuperar y volver a los orígenes, que el PP, cuando llegó al poder en el
año 1996, no dudó en pactar con partidos independentistas y fue el artífice del
traspaso de numerosas competencias a los gobiernos autonómicos.
Se afirma que todos los
españoles deben tener los mismos derechos con independencia del lugar en que
residan y vemos como profesionales no pueden trabajar en ciertas partes de
España, existen diferencias en ayudas sociales en función de la Comunidad donde
residas, las Comunidades Autónomas legislan aprobando normas y tributos
propios, se acepta el privilegio del cupo vasco y así podríamos seguir
enumerando ejemplos.
Se menciona la defensa de la
vida cuando nada se ha hecho para derogar una legislación contraria al
derecho a la vida ni tampoco para fomentar la protección del más débil.
Se repite que defenderán y
defienden con firmeza sus ideas pero no hemos visto firmeza ni interés en derogar
una Ley de Memoria Histórica sectaria y parcial que criminaliza opiniones y
establece verdades oficiales.
No se engañen, la falta de credibilidad no
está en el nombre de tal o cual político, sino en el mismo PP.
La certeza del abandono de la defensa de valores por parte del PP y el
constatar que los partidos políticos priorizan su interés al interés de todos
los españoles, nos llevó a muchos a implicarnos en política en un proyecto (ya
una realidad ilusionante) como es Vox.
La seña de identidad de Vox, a diferencia de los partidos tradicionales,
es que son los valores la base de su mensaje, propuestas y funcionamiento. No
son algo que olvido y recuerdo en función de cálculos electorales o encuestas
del CIS, son su esencia y razón de ser.
Esta es mi opinión
Pablo Sáez
Vicesecretario Nacional del Consejo Político de Vox
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