Se ha anunciado por parte del electo Presidente de EEUU, Donald Trump, y
por la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, una importante reducción
de tipo del impuesto de sociedades que pretenden situar en el 15% en sus países.
Esta propuesta se encuadra dentro del paquete de medidas previstas con el
objetivo de potenciar el crecimiento económico, apostar por la iniciativa
privada y, en el caso del Reino Unido, evitar la salida de empresas que pudiera
acontecer como consecuencia del Brexit.
Creo que está fuera de toda duda que el
Presidente Trump llevará a cabo una reducción importante del Impuesto sobre
Sociedades y que continuará, ante la incredulidad del Partido Popular, cumpliendo lo
prometido en la campaña electoral. Es así mismo indudable que esta reducción
impositiva dará a las economías de EEUU y Reino Unido una ventaja competitiva a
las empresas que tributen en los mismos que, según parece, los países de la
Unión Europea (salvo excepciones) no piensan imitar.
En España, donde parece que nuestra mayor preocupación es criticar a Donal
Trump, se nos llena la boca hablando de populismo. No obstante olvidamos el
término cuando oímos al Ministro Cristóbal Montoro afirmando que no se van a
subir los impuestos a los ciudadanos y que su objetivo es aumentar la
recaudación tributaria través del
Impuesto sobre Sociedades.
Que paguen las grandes empresas y no los
ciudadanos. ¿Cabe más populismo fiscal que esta afirmación?
Quizá se piense que reducir el IRPF da votos y en cambio, reducir el de
Sociedades no consigue muchos, al fin y al cabo la mayor parte de la población
cree que la reducción del Impuesto de Sociedades no les beneficia. Es un
impuesto que deben pagar las empresas, es decir, los ricos. Craso error.
Es importante señalar que los impuestos los soportan en última
instancia las personas, no las empresas. La carga del impuesto de sociedades se
distribuye entre los propietarios del capital, los consumidores y los
trabajadores. El desplazamiento de la carga hacia los trabajadores se produce
porque cuanto mayor es el impuesto sobre el beneficio, menor es la inversión
empresarial, y por lo tanto menos crece la dotación de capital por trabajador,
el determinante fundamental de la productividad y los salarios reales.
Una reducción del Impuesto sobre Sociedades supondrá una mejora
de la inversión empresarial, favorecerá la localización de empresas que buscan
minimizar su coste fiscal y afectará positivamente a los flujos de efectivo esperados,
todo lo cual facilitará la apuesta de las empresas por el crecimiento y la
creación de nuevos puestos de trabajo.
Reducir el Impuesto
sobre Sociedades favorece la inversión y la creación de empleo, supone un
aumento de la productividad de las empresas y beneficia su competitividad.
Dice Daniel Lacalle que las empresas no deben ser vistas como
cajeros sino como generadoras de empleo, crecimiento e inversión. Pensemos en
el efecto positivo que sobre la recaudación tendría un mayor crecimiento
económico y la aceleración en la creación de empleo.
Apostemos por el
crecimiento, el empleo y la competitividad de las empresas españolas.
Reduzcamos el Impuesto sobre Sociedades.
Esta es mi opinión
Pablo
Sáez Alonso-Muñumer
Vicesecretario
del Consejo Político de VOX